lundi 20 juillet 2015

Silbidos, escupitajos, puñetazos en la historia del Tour

En el bar-recepción del hotel, un inmueble a medio terminar perdido en una carretera solitaria en el macizo central, no lejos de las Cévennes, Bruno, el joven que está a cargo de todo, invita a un armañac y cuenta su vida, su futuro. “Voy solo. Salí de París, subí a Lille, donde trabajé un par de años; luego bajé a Narbona, y dos años más tarde estoy aquí. Cuando terminen el hotel me encargaré de la cocina y cuando haya ahorrado lo suficiente alquilaré un local, montaré mi propio restaurante, me casaré con una camarera, tendré familia…”, dice.

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