Tiene tal fama de imprevisible sobre la bicicleta Alberto Contador que sus ataques ya son previsibles y esperados. Se conoce su forma de entender el ciclismo: solo se retira si está muy mal; si está medio mal, prefiere morir matando que bajarse anónimo. Por eso, cuando repasa su carrera, el Tour del 11, aquel en el que todo le salió torcido, se cayó, se hundió y se levantó con un ataque magnífico el penúltimo día en el Galibier que le había matado la víspera, es aquel del que con más orgullo habla.
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