La NBA recluta a un base del Murcia, a un ala-pívot del Sevilla o a otro del Gran Canaria. La voracidad de las franquicias no se circunscribe ni a figuras contrastadas ni a grandes clubes, a los que compiten en la Euroliga. Si ponen el ojo en un base brasileño de 23 años como Raulzinho Neto (Utah), a un pívot caboverdiano también de 23 años como Walter Tavares (Atlanta) o a un ala-pívot letón que cumple 20 años la próxima semana como Kristaps Porzingis (New York), les echan el lazo, avalados por los informes de la legión de ojeadores que escrutaron sus cualidades desde que eran chavales y mientras se han fogueado como profesionales.
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