A Neymar le pudo el arrebato y, antes de que sacara rápido una falta el Málaga, se ató las botas delante del balón e imposibilitó ponerlo en juego. Después, cometió una falta a destiempo tan ingenua como inocua que le costó la segunda tarjeta amarilla y la expulsión. Para redondearlo, salió del campo aplaudiendo al cuarto árbitro. Un partido de expulsión y otros dos por desconsideración, resolvió el comité. Lo exculpó el director deportivo del Barcelona, Robert Fernández, cuando justificó que “son lances del juego”. Luego compareció Luis Enrique y en vez de señalar la torpeza del delantero, se rebeló contra los árbitros y la facilidad que tienen para amonestar cuando se critican sus decisiones y no cuando se reparten tarascadas. Así, nadie del Barça le afeó que mañana no esté disponible contra el Madrid sino que le defendieron por la vía legal sin éxito, toda vez que el Comité de Apelación no le readmitió para el clásico y ahora aguardan a la resolución del TAD –ya presentaron el recurso ayer por la tarde-, que debería reunirse ex profeso para tomar una decisión o, de lo contrario, no jugará. “Sin su respuesta no nos vamos a arriesgar a alinearlo”, aclaran desde el Barcelona sin valorar la opción de que exista un vacío legal y pueda actuar con la cautelar. Por lo que sin Neymar, se dan las urgencias porque el equipo azulgrana no cuenta con otro extremo izquierdo.
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