El Madrid siempre está en los caminos, a la búsqueda de un botín que todavía no pertenece a nadie, como un personaje mezcla de asaltador de diligencias, ligeramente malhablado, y del Jay Gatsby que había venido de tan lejos para realizar un sueño que no podía fracasar en su intento por conseguirlo. Antes o después, el club blanco sale a tu paso. Su leyenda le precede, en tal medida que la leyenda te intercepta en el camino incluso antes que el propio equipo. Es algo que revolotea sobre uno. Eso que todos necesitamos para generar la ficción de que estamos tranquilos, y que puede ser un café, una puerta cerrada con llave, un cigarro o una cama vacía, en el caso del Madrid es la Champions.
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