Sentir la mirada de los más de 99.000 espectadores con asiento que ocupan el Camp Nou debe de ser algo parecido a pasar por un arco de seguridad en un aeropuerto. O al menos, esa sensación de vulnerabilidad es la que ha conseguido instalar el Barcelona en el cuerpo de Osasuna. En los últimos cuatro enfrentamientos el aficionado azulgrana ha observado cómo la pelota entraba en la portería del rival en 24 ocasiones -seis dianas de media por partido-, y no lamenta un mal resultado frente a los navarros desde la temporada 2008-2009, cuando un solitario gol de Pandiani dio la victoria a los rojillos. Tampoco debió de ser mayúsculo el chasco ya que el Barça venía de cantar el alirón en la jornada anterior.
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