A Jorge Campos su risa lo delata. No puede hilar más de tres frases sin soltar una carcajada. Busca pasar inadvertido después de un partido de veteranos en Toluca, Estado de México, en el que aficionados y periodistas le acechan para una tomarse una foto, un autógrafo. El portero, que creció de cerca al oleaje en las playas de Acapulco, no puede resistirse a cumplir cada petición. Lleva 13 años en el retiro y es el guardameta con mayor carisma en su país.
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