“Las sensaciones son las que son. Acepto lo que hay”. Las palabras de David Ferrer, 35 años, suenan a despedida. Sin embargo, el jugador de Xàbia es un luchador, un campeón en horas bajas que se siente orgulloso de lo que ha hecho hasta ahora en el mundo del tenis, pero que mira el futuro con pocas expectativas.
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