Que si un cono, que si un bolardo, que si una curva de 90º, que si... al suelo. No tiene suerte Bilbao con las carreras ciclistas, siempre alteradas por los accidentes, las circunstancias, por su pasión por los descensos prologados desde el alto de Ganguren y su llegada a la Gran Vía, la vena aorta de la ciudad. Y no una vez sino dos veces en la etapa, como si el ciclista tuviese activo el disco duro cuando llega el final de a carrera. Y se fueron cayendo, que si un cono separando la carretera, que si un bolardo, que si una curva de 90º... Y la lista de retirados que se incrementa porque el asfalto no tiene piedad con muñecas, hombros, brazos, clavículas.
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