Tenía tantas ganas de correr liberado, de competir sin hacer matemáticas, sin pensar en el campeonato, sino solo en la carrera de ese mismo domingo, que lo que más le molestó al verse en el suelo, rebozado como una croqueta, fue sentir que volvía a perder la ocasión de correr en Phillip Island. Volvía a equivocarse. Y lo hacía en el mismo escenario. Quería repetir la victoria del año pasado. Y a ser posible demostrar esta vez que podía imponer su ritmo desde la pole, sin vacilar, y sacar una buena ventaja al frente de la tabla, de esas que marcan la diferencia.
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