Las historias se repiten. O no. No se sabe, tienen días, años o siglos. La Vuelta, con un sol naciente que nada tiene que ver con la que canción que escribió un autor desconocido, se ha repetido como un pan de ajo. O sea, dejó que cristalizara una escapada, que más parecía una cuadrilla a la llamada del botellón, 20 ciclistas, nada menos que 20, porque a todos les venía bien que les dejaran reposar tras pasearse por la Costa Da Morte.
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