Hubo un momento, a veinte minutos del final, en el que Pep Guardiola se revolvía presa de los nervios ante el banquillo. El Manchester City, que se había exhibido ante el West Ham en una primera parte magnífica y que en el minuto 18 mandaba gracias a dos goles de Sterling y Fernandinho, defendía una mínima ventaja tras un tanto de Antonio para el equipo del este de Londres. Olvidaba la precisión y la profundidad, el City pasó apuros para sacar adelante su tercera victoria del campeonato antes de que Sterling sentenciase (3-1) con una belleza en el descuento.
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