A punto de cumplir veinte años en el club, al que ha guiado a tres de sus diez campeonatos de Liga y seis de sus doce titulos coperos pero con el que no ha logrado triunfar en Europa, Arsene Wenger se somete a un escrutinio que cuestiona su gestión para reforzar al Arsenal. No se discute su influencia en el juego del equipo, sí su capacidad para llevarlo al máximo nivel en consonancia con el potencial de una entidad que en los últimos años ha duplicado sus ingresos anuales desde los 250 millones de euros a cerca de los 500 que espera facturar al final de la campaña recién iniciada. Sus críticos dicen que Wenger racanea, él se defiende. “Se pagan auténticas fortunas y hay que estar convencido. Estoy dispuesto a gastar dinero en futbolistas, pero no es mi dinero y es importante hacerlo de manera correcta”. El Arsenal ganó el sábado su primer partido de Liga. Lo hizo en Watford y tuvo un aroma de urgencia: si llega a caer se hubiese quedado a ocho puntos de Manchester City, Chelsea y Manchester United tras tran solo tres jornadas. Superado el trance anunciará en las próximas horas la adquisición de Mustafi y Lucas Pérez, dos jugadores procedentes de la Liga, por un total que superará los 60 millones de euros.
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