A pesar de su perenne ceño fruncido y la ceja izquierda elevada, a Rafael Nadal se le percibe feliz en estos días neoyorquinos de tenis. El de Manacor, que esta noche encara al italiano Andreas Seppi en su segunda comparecencia, disfruta de su regreso a un Grand Slam después del trago amargo que le impidió asaltar Roland Garros y competir en Wimbledon. Pero esos días quedaron atrás. Ahora, el español sonríe de nuevo. Desde que puso el pie en la Gran Manzana su disposición ha sido positiva. Antes del torneo, compartió fogones con el prestigioso chef sueco Marcus Samuelsson y el lunes, tras un pequeño lapsus con el inglés, bromeó ante los periodistas.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2cp9Vil
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire