Sería injusto negar que el Celta es un equipo coral, una maquinaria engrasada por Toto Berizzo y preparada para gobernar los partidos desde la posesión, la presión al rival tras pérdida y una suerte de marcajes al hombre con cambios defensivos similares a los que se aplican en el baloncesto. El equipo tiene trabajados numerosos automatismos y evoluciona con la certeza de que debe ponerlos en práctica al margen del rival y el escenario. Así ha ocurrido durante las dos campañas en las que el entrenador argentino ha estado al frente del equipo, pero la tercera comenzó con un batacazo, una derrota en casa contra el Leganés. De pronto se añoró una individualidad, se valoró la influencia que Nolito había tenido en el equipo y la incapacidad de la entidad para encontrarle un sustituto durante todo el verano tras su marcha al Manchester City.
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