Poco más de dos años ha tardado James Rodríguez en recorrer el camino del estrellato a la suplencia en el Real Madrid. La gran sensación del Mundial 2014 fue el elegido por Florentino Pérez para cincelar una plantilla que venía de ganar la Copa y la Champions y que tenía en la puerta de salida a uno de los grandes artífices en la consecución de ambos títulos, Ángel Di María. El colombiano era el nuevo galáctico. Costó 80 millones, llenó el Bernabéu en pleno mes de julio, recibió la bendición y los elogios del presidente, se presentó con el 10 en la camiseta y prometió triunfar. Y eso hizo hasta el verano pasado, cuando su rendimiento empezó a caer en picado hasta el punto de estar a día de hoy en el último puesto de la larga fila de volantes y atacantes que maneja en su esquema Zinedine Zidane.
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