Nunca en la historia del fútbol conjugaron propaganda y opinión pública toda su energía hasta elevar el contragolpe a la categoría suprema de arte y seña de identidad como sucedió en el Real Madrid entre 2010 y 2016. Lo que había sido una circunstancia del juego, más o menos aleatoria, reservada a la jactancia del vecino colchonero, se constituyó en estrategia deportiva y en política de comunicación madridista. José Mourinho bautizó sus celadas con tono pitagórico —triángulo de presión adelantada—, los futbolistas declararon que jugar bien no equivalía a tener el balón —Arbeloa encabezó la manifestación— y muchos aficionados, alentados por una constelación de medios de comunicación, llegaron a convencerse a sí mismos de que existía un estilo madridista que, por oposición al toque del Barça, sublimaba el pelotazo.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/1SAGZSf
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire