Apeado en bloque de las semifinales del pasado Mundial, el clásico del norte lidia con la etiqueta del descenso simbólico a una segunda división del rugby. Y allí está Inglaterra, la unión con más recursos y jugadores, la misma que apenas esgrime un entorchado desde 2003. Le tocaba volver a empezar al XV de la Rosa, capaz de esconder cualquier incertidumbre mediante un rival al que ha transformado en certeza. Volvieron a conquistar Murrayfield; antaño tierra hostil, simple rutina en el presente. Aunque Escocia tuvo argumentos, sus progresos no pasaron de lo potencial y la Copa Calcuta se queda por octavo año seguido en las vitrinas inglesas.
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