Hace más o menos dos años, El Tata Martino se reunió con el entonces director deportivo, Andoni Zubizarreta, y le dijo: “Si creéis que es mejor que no siga, si ayuda a mejorar al Barça, adelante”. Desde el club aceptaron la renuncia porque estaban disconformes con sus métodos y con el modelo de juego con unos intérpretes que consideraban más que válidos. El tiempo y la apuesta por Luis Enrique, que recibía mensajes de ánimo y paciencia desde el área deportiva azulgrana desde hacía meses —por algo añadió en su contrato la cláusula de poder marcharse del Celta al Barça—, les dio la razón.
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