A pesar de que al Atlético se le reconocen formas, manías y planteamientos, lo cierto es que el equipo de Simeone no tiene ningún problema en cambiarse de piel si no le gusta lo que observa. Esa versatilidad convierte a los rojiblancos en un equipo inicialmente contragolpeador, que, sin embargo, se transforma en un bloque que no desecha el trato continuo con la pelota si con ello es capaz de controlar el ritmo del partido. Sin embargo, esta noche frente al Villarreal (20.30, C+Partidazo) se medirá a la horma de su zapato.
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