Es lo que tiene ser el número uno, el jerarca indiscutible, porque después de las cuatro horas y 32 minutos de máxima exigencia a las que le sometió el francés Gilles Simon, de los 100 errores no forzados que cometió (una barbaridad) y del 6-3, 6-7, 6-4, 4-6 y 6-3 que reflejó al final el marcador, Novak Djokovic aún se permitía la licencia de bromear con un espectador instalado en lo alto de una grada mientras contestaba al extenista Jim Courier. "De acuerdo, colega", le respondió a esa persona que le recomendaba a pleno pulmón que no hiciera tantas dejadas.
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