En Ipurúa solo habían ganado Real Madrid y Atlético. Ahora se suma el Málaga, un equipo que por fin ha encontrado la línea recta después de tantos volantazos en el arranque del campeonato. Para ganar a Eibar, ya se sabe, hay que correr mucho. Pues bien, el Málaga tiene dos velocistas que circulan a velocidad de vértigo con el balón en los pies. Uno es Chory Castro, que en la primera parte dio un recital de slalons por su banda y por el centro. Tras uno de ellos marcó Juanpi, que hasta entonces parecía cohibido y escondido de un partido que merecía mucha energía. Pero en la segunda mitad, el joven delantero venezolano metió la quinta marcha y le tomo las medidas adecuadas a Ipurúa para funcionar como un huracán sin freno. Con esas dos armas y un sufrido trabajo en el centro del campo, el Málaga le obligó al Eibar a jugar con una verticalidad y un golpeo larguísimo y aéreo del balón que no le es extraño, aunque es menos habitual de lo que el tópico le atribuye.
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