Su manera de hacer y de dirigir a un vestuario no parece haber cambiado mucho. A Pep Guardiola, como a la inmensa mayoría de los técnicos, no le gusta que sus futbolistas regresen de las vacaciones con algunos turrones de más, de la misma manera que tampoco ve con buenos ojos que los jugadores salgan más de la cuenta o se alejen de casa. Con el de Santpedor ocurre además que, intervencionista y controlador, la exigencia es máxima. Exasperante, incluso, para algunos. Lo que ha hecho que esta vez las medidas disciplinarias sugeridas por el cuerpo técnico y aprobadas por el Bayern —remitidas, a su vez, por correo electrónico a los jugadores— hayan terminado en las páginas de los periódicos.
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