A los ocho minutos, el sueño del Mirandés se perdió bajo la lluvia y comenzó el duermevela de las eliminatorias desniveladas con prontitud. Fue un penalti bajo en calorías. Un toque suave de Ion Vélez a Cristóforo cuando iba a disparar. Iborra engañó a Raúl y el Mirandés sufrió un ronquido en su sueño placentero de la Copa. Superar dos goles de la ida era algo heroico frente al Sevilla. Superar tres resultaba ya milagroso, más cuando el Sevilla se olvidó del resultado y mantuvo una intensidad que por momentos le trasladó al Mirandés del sueño a la pesadilla. Las carreras de Konoplyanka eran puñales que se clavaban en los costados del equipo mirandés. El jugador ucranio sorteaba las tres líneas enemigas: tres mediapuntas, tres centrocampistas, tres defensas. Todas las atravesaba Konoplyanka con un juego supersónico, demasiado rápido para el entusiasmo del Mirandés, que no encontraba a Carnicer, su ideólogo ofensivo, y mucho menos a Abdón, emparedado por Rami y Carriço, en una soledad acompañada.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/1KdzKfK
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire