En partidos como el de ayer, y muy especialmente en una primera hora como la que protagonizó el Athletic de Bilbao en el Camp Nou, cobra sentido la leyenda que circula por la ciudad deportiva y que habla de lo poco que tardaron en el equipo en comprender que Javier Mascherano tenía problemas para jugar de mediocentro en el Barcelona. Las circunstancias —una inoportuna gripe que afectó el martes a Busquets y que le dejó maltrecho y en el banquillo— y la decisión de Luis Enrique, que le prefirió antes que a Sergi Roberto para llevar el compás, dejaron al rosarino en el trance de ejercer de pivote, donde se magnifican sus carencias.
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