En el mito de Adidas pesan tanto las zapatillas de clavos que su fundador, Adi Dassler, le vendió a Jesse Owens en la villa olímpica de los Juegos de Berlín 36 y con las que el negro norteamericano realizó sus proezas corriendo y saltando que molestaron tanto a Hitler como deslumbraron al mundo, como las botas de fútbol con las que Franz Beckenbauer condujo a la selección alemana a la victoria en el Mundial de 1974. La federación internacional de fútbol (FIFA) y la de atletismo (IAAF) mantuvieron los últimos meses dos puntos en común: una grave crisis interna y de credibilidad provocada por la corrupción de sus dirigentes y el patrocinio de Adidas, el más antiguo para la FIFA, el más lucrativo para la IAAF. Desde hace unos días solo les une la falta de credibilidad, pues, según informó la BBC el domingo, el gigante alemán de prendas y calzado deportivo ha decidido romper unilateralmente, a cuatro años para su término, su contrato con la IAAF valorado en unos nueve millones de euros anuales.
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