Muerto de frío, el prisionero 21.915 fue apresado por los gendarmes suizos cuando trataba de abandonar Italia en la navidad de 1943. Los nazis habían dictado orden de caza y captura contra aquel periodista que respondía al nombre de Massimo della Pergola, al menos hasta sus captores lo enviaron al campo de concentración de Pont de la Morge, donde le tomaron las huellas dactilares, lo fotografiaron y le asignaron una nueva identidad. “Hubo un tiempo en el que yo solo era un número. Me llamaba 21.915”, recuerda en una de sus columnas. En ella explica las extremas condiciones en que vivían él y los otros represaliados: afinados en barracones de madera, sin apenas comida ni ropa de abrigo, trabajando a destajo, desplazando tierra de un lado para otro, sumidos en la tristeza.
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