En la rara travesía de final de curso del Real Madrid hacia no se sabe dónde, este domingo le tocó naufragio en Vallecas. El Rayo se aferró a lo imposible, dar un pasito hacia la permanencia pisando sobre la baldosa del viejo rey de Europa, un equipo al que no había podido ganar en los últimos 17 años. Con cuatro jornadas por delante, los de Jémez empezaban el partido como colistas, a nueve puntos de la salvación. Y lo imposible, la quimera, se impuso al absurdo de un equipo que no encuentra por qué jugar. Ni casting, ni imagen, ni comienzo de reconstrucción. Aparecen en el campo para tachar fechas que no se cumplen suficientemente rápido. Y aún quedan tres.
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