Nadie tiene más mundiales de triatlón que Javi Gómez Noya. Ganó cinco. Para buscar nuevas motivaciones, en invierno de 2017 se pasó a la distancia más larga para preparar el campeonato del mundo de Ironman. La distancia olímpica son 1,5 kilómetros a nado, 40 de bicicleta y 10 corriendo; el Ironman, 3,8 km a nado, 180 de bici y 42,195 (un maratón) corriendo. En Kona, el pasado mes de octubre, terminó undécimo. Se cogió un mes de vacaciones, se casó en Nueva Zelanda y en enero anunció que aparcaba el Ironman para volver a la distancia olímpica. Sueña con el único título que todavía no tiene: el oro olímpico. Y Tokio, adónde llegaría con 37 años, es su último tren. En los Juegos de Londres fue plata; a los de Río no llegó porque se rompió la cabeza del radio en un entrenamiento un par de semanas antes de viajar a Brasil. Los que trabajan con él aseguran que nunca había aparcado definitivamente la distancia olímpica. La idea de volver siempre había estado ahí.
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