El Barcelona se transformó en dos días. Pasó de ser un equipo terriblemente vulnerable y expuesto al vendaval del Efes, a convertirse en una roca contra la que se estrelló el equipo turco. Y eso es lo que le hace merecedor de una final particular, la de esta convulsa serie en la que ha sido tan capaz de estamparse el miércoles por 34 puntos en el Palau como de ganar por 10 puntos dos días después en el mismo escenario. El billete para la cita de los cuatro mejores del continente, en Vitoria, se dirimirá el miércoles en Estambul.
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