Su hijo, que va a cumplir tres años, le preguntó por qué lloraba cuando se iba del campo el pasado sábado. “Tenía una pupa”, le explicó Iago Aspas. Los héroes también se conmueven. Tres meses después de lesionarse en el Camp Nou, de pilotar con dos goles la remontada del Celta (3-2 al Villarreal) y rescatarle de una racha en la que había sumado cinco puntos de 39 posibles, el mejor futbolista celeste, el único que mira a los ojos a Messi como más determinante para su equipo, se derrumbó. Todos le esperaban y no falló. Pero el Celta sigue en puesto de descenso, a un punto del Villarreal, afronta este miércoles una nueva final en Huesca y la cuestión es inevitable: ¿Jugaría Iago Aspas en Segunda División si el Celta desciende?
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