Le faltaban horas entre tanta duna. No es su terreno el desierto. Pero aun así, Sébastien Loeb tira de su excelente talento para destacarse entre los gigantes del Dakar. Tira, también, del fiable Peugeot que dominó la prueba hace un año. Así se impuso en esta segunda etapa, en la que fueron los coches los que salieron primero; una jornada con muchos más kilómetros de especial que la inaugural (342 km), este lunes, y en la que pudo recuperar las sensaciones en terrenos arenosos.
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