Mientras se pone a tono bajo el sol australiano, con sesiones progresivas para reactivar los mecanismos después de más de tres meses sin competir de forma oficial, Rafael Nadal conoció el trazado que le espera en la próxima edición del Open de Australia, que arranca el próximo lunes. Mientras el número dos trabaja duro, el bombo quiso echarle una mano y le deparó un arranque más bien amable al número dos del mundo, que no juega desde el pasado 7 de septiembre (semifinales de Nueva York, contra Del Potro) y renunció hace una semana al torneo de Brisbane por unas molestias en el muslo izquierdo.
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