Un gol agónico frente al Huesca del lateral derecho Piccini en el tiempo añadido paralizó el gabinete de crisis que Peter Lim, dueño del Valencia, iba a convocar en Navidad para tratar la continuidad de Marcelino al frente de su quinto proyecto en Mestalla. A Lim se le agota la paciencia. El empresario singapurés lleva semanas cavilando qué hacer con el técnico asturiano que, de repente y con una plantilla mejorada, es incapaz de enderezar a un equipo indolente, sin colmillo y que desfallece al primer contratiempo.
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