La Copa, tantas veces denostada, un estorbo para muchos equipos, en ocasiones deja enfrentamientos extrañamente lúdicos, de cierto poso amateur, de ida y vuelta, fútbol callejero en apariencia, sin ataduras ni presión. La realidad del Villarreal en LaLiga no le permite soñar con la Copa, una ilusión que no puede desviarle la atención primordial en el campeonato doméstico. Y con nueve cambios en su once con respecto a la alineación que tres días atrás formó García Plaza en Ipurua, se dispuso a debatirse con el Espanyol a ver qué sucedía.
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