En una jornada en la que en Pekín llovieron aces, Rafael Nadal cobró su máximo esplendor. La fundada sospecha de que el número uno llegó a buen tono a la capital china va confirmándose día tras día, con una dinámica progresiva que poco a poco va mostrando al mejor Nadal, a ese Nadal que es capaz de crecerse en la adversidad y sortear situaciones de máxima emergencia (ante Lucas Pouille), de gobernar con puño de hierro (ante Karen Khachanov) y de neutralizar a uno de los sacadores más poderosos del circuito, John Isner. El gigante fue abatido (6-4 y 7-6, en 1h 44m) y mañana, en las semifinales, la cita es con el búlgaro Grigor Dimitrov, verdugo del castellonense Roberto Bautista (7-6, 4-6 y 6-2).
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