Sin palabras se empieza a quedar el mundo del baloncesto. La culpa la tiene un joven que hace pocos meses celebró su mayoría de edad. Luka Doncic se llama, y lo que promete es un escándalo. O lo está siendo ya, para qué engañarnos. El niño con el que cada pretemporada se fotografía Florentino Pérez para comprobar cuánto ha crecido está derribando todas las puertas que se le ponen por delante. Y lo está consiguiendo a una velocidad superior incluso a la de las dos mayores leyendas que ha dado el basket europeo. Nadie en su sano juicio, y este columnista lo está, más o menos, sería capaz de cometer el sacrilegio de comparar a Doncic con dos gigantes como Arvydas Sabonis y Drazen Petrovic, más que nada porque la categoría de mito no se conquista al contado sino a plazos. Pero lo cierto es que lo que apunta el joven jugador esloveno del Real Madrid es de tal magnitud que resulta imposible intuir siquiera dónde está su techo. Si existe.
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