En el coqueto PGA resort golf de Girona, Pablo Machín (Soria, 42 años) llega un más tarde de lo acordado. No para de pedir disculpas. Y, a pesar de la delicada situación política en Cataluña, no pone ningún pero a las preguntas ni a la extensión de la conversación. No se autocensura, tiene un discurso meditado, sobre todo franco. Criado en un familia de agricultores, cuando de pequeño veraneaba en Tarragona ni se imaginaba que el futuro le depararía una mujer catalana y mucho menos que se convertiría en el máximo ídolo futbolístico de Girona, una ciudad ajena a la pelota, con su mirada más en el Camp Nou o en el Bernabéu que en Montilivi. Hoy su equipo recibe al Real Madrid.
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