Andrea Dovizioso se descubrió a sí mismo esta temporada. Y se mostró al mundo. Se le había visto luchar cuerpo a cuerpo otras veces, con una Yamaha satélite, por ejemplo, pero entonces peleaba por cuartos puestos. Y cuando se acercaba al podio le faltaban argumentos (o esa confianza que ahora le sobra) para mirar a la cara a sus rivales y creerse tan bueno como ellos. Así que daba por bueno todo lo que se acercara a la victoria. Decidió no hacerlo más este año. El triunfo debía ser el objetivo. Y, empeñado, suma ya seis victorias. Aun con sus formas, cauteloso, racional, el piloto de Ducati se ha erigido como el único rival capaz de discutirle la hegemonía de este campeonato al todopoderoso Marc Márquez, el chico que parece poder con todo, le acompañe más o menos esa Honda que ha ayudado a moldear.
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