“Lo suyo tiene mérito, que no haya tirado la toalla es digno de elogio”, aseguró una mañana Luis Enrique al hablar de Marc Bartra, al que le ha amargado el curso dejándole un día en la grada y al siguiente en el banquillo. Dicen que el central aprendió hace años a superar la ansiedad antes de los partidos concentrándose en la llama de una vela. La debe tener intacta, de lo poco que ha jugado este curso. Pero puede que esas horas de aprendizaje mental le permitan un día perdonarle al técnico asturiano tanta amargura y al echar la vista atrás recuerde que este año fue padre y que ganó dos títulos con el Barcelona. Y que Del Bosque le llevó a la Eurocopa. Lo de Bartra han sido más lágrimas que sonrisas. Tiene la maleta lista para marcharse de esa casa en la que siempre quiso triunfar y difícilmente podrá.
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