Una de las figuras centrales del final de temporada es el lesionado, que suele ser el mejor jugador de la plantilla; cuando no es él, es el que en mejor forma esté. Por eso cuando se acercan las finales el público desarrolla una tensión privada, muy íntima, que tiene que ver con la salud de los jugadores. Cada mano a la pierna, cada escorzo o cada entrada tiene la misma dimensión de un ataque contrario.
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