Las Palmas, con su fútbol dulce y cálido, con sosiego, desvirtuó al Villarreal, que 15 jornadas después vio como inesperadamente el conjunto canario truncaba su marcha triunfal. A través del esférico primero, y con orden y temple después, el conjunto de Quique Setién justificó la victoria en El Madrigal ante un Villarreal que concedió poco en defensa, tanto como ofreció en ataque. Un conjunto, el de Marcelino, al que le cuesta generar ocasiones, que está falto de pegada y nublado ante el gol, como refleja Soldado, al que la portería contraria se le hace diminuta.
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