Hacienda tocó la puerta del Espanyol y, una vez abierta, se escapó la columna vertebral del cuadro. Hace tiempo que la entidad blanquiazul anda más pendiente de domar sus finanzas que de solidificar a un equipo competitivo. Y así como en el mercado de invierno se desprendieron de la joven perla de la cantera, Eric Bailly (con sólo cinco partidos en Primera fue traspasado al Villarreal a cambio de cinco millones de euros), este verano se marcharon las vacas sagradas. Alivio, para las arcas; agobio, para el técnico Sergio González.
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