La estival trayectoria del Athletic por la Europa más modesta acabó en éxito y con el premio de una nueva participación en la fase de grupos de la Europa League. Sin brillo y con lo justo ante un modesto que en los dos partidos hizo virtud de la constancia y llevó cerca del límite al orgulloso campeón de la Supercopa, que tuvo que remangarse y hasta pagar una cierta cuota de sufrimiento para cantar victoria. Se sabía superior el Athletic y quizás en esa creencia no acabó de engrasar todas las marchas que se le suponen, cumplió con el deber de marcar el gol que le ponía en ventaja en la eliminatoria y a partir de ahí jugó con el balón en los pies y el reloj en la mano. A veces demasiado y pudo pagarlo en la última jugada del partido.
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