“¿Gravedad? ¿Qué gravedad?” La gorra del saltador ingrávido, el pajarito catarí Mutaz Essa Barshim, es una declaración de principios, un desafío, que la realidad física, o sea, la ley de la gravedad, devuelve a la tierra. Barshim terminó cuarto de un concurso de altura decepcionante (con Bondarenko tocado por el lumbago, ganó, con 2,34m, el tercer hombre, el canadiense Derek Drouin), pero hubo otros atletas, las caras de un Mundial brillante, que sí que triunfaron en sus retos.
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