Aseguran los puristas que el alpinismo de vanguardia consiste en buscar nuevas ascensiones, no en luchar (como un fondista o un ciclista) contra el cronómetro. Pero existen alpinistas superdotados capaces de aunar exploración, dificultad y velocidad para firmar encadenamientos de ascensiones sencillamente impensables. Y esto no es algo nuevo. El alpinista suizo Ueli Steck ha escalado este verano, en apenas 80 días, las 82 montañas de más de 4.000 metros que existen en los Alpes. Steck es el alpinista del momento, la máquina perfecta, el hombre de los récords. Pero la idea de correr escalando no le pertenece: tan solo ha llevado ésta práctica a su perfección, bebiendo de los modernos sistemas de entrenamiento que el deporte emplea desde hace décadas y el alpinismo ha desdeñado desde siempre. De forma consciente o no, Ueli Steck es deudor de Patrick Berhault, la leyenda francesa, uno que estuvo en el origen de la velocidad aplicada a la escalada y el alpinismo. De hecho, Berhault es de los primerísimos que empujó el gesto de escalar y el afán de viajar en montaña hasta una dimensión desconocida. Cuando el francés, ya de vuelta de casi todo pero aún enamorado de las cimas decidió escalar en 82 días los 82 cuatromiles de los Alpes, el mundillo vertical celebró su idea con admiración. Berhault llevaba 64 ‘cuatromiles’ en otros tantos días cuando un resbalón tonto acabó con su vida en la arista que une el Tãschhorn con el Dom (Alpes de Suiza). Fue en 2004 y contaba 47 años.
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