Joan Laporta abrió el juego con fuego en la precampaña electoral del Barça. El expresidente (2003-2010) y aspirante a la presidencia marcó la raya que divide los buenos de los malos, de manera frontal y punzante, como si no existieran más candidatos que Josep Maria Bartomeu y Laporta. “Los socios deberán elegir entre dos bandos: los de Qatar, los que están procesados por corrupción, delito fiscal y apropiación indebida, los que han llevado al club a estar imputado; y, por otra parte, los de Unicef, los que estamos limpios”. Y, sin dudar, vinculó en cada una de sus intervenciones al expresidente Sandro Rosell hasta 2014 con su sucesor Bartomeu. “Ambos son indisociables. No tengo duda; van de la mano”, afirmó Laporta, para quien la presidencia de Bartomeu no esta legitimada. “Yo diría más”, añadió. “El triplete para Bartomeu ha sido una liberación más que un motivo de satisfacción”. Laporta se recreó en las muchas causas abiertas en el club y su judicialización, especialmente en la imputación por el fichaje de Neymar y la sanción de la FIFA. “Mienten y han actuado con revanchismo hacia mí. La situación es que les dejamos el mejor Barça de la historia para que lo disfrutaran y hemos acabado con La Masia desmantelada, el Barça B en Segunda B, sin poder fichar y con Qatar”, un patrocinador con el que fue muy crítico: “Ellos lo compran todo y para nosotros el dinero no lo es todo”.
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