Los dos llegaron algo apurados a aquella frenada, la última. La chicane más mítica de Assen comienza con una curva a la derecha, le sigue otra a la izquierda y todavía se cuenta una tercera –la número 18 de un trazado repleto de cambios de dirección–, que vuelve a virar ligeramente a la derecha y que es apenas imperceptible; está situada a pocos metros de la meta. Por allí salió Rossi, escopetado, para ganar el gran premio de Holanda. Lo hizo tras saltarse una de esas curvas, tras conducir por la grava. Porque Márquez lo intentó todo en la entrada a la chicane: frenó tan tarde como pudo, tomó el interior y soñó con ganar a lo grande. Pero se topó con el brazo de Valentino, que en cuanto sintió el contacto levantó la moto para evitar una caída y se fue recto.
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