El gran premio de los Países Bajos se convirtió en un duelo magnífico que se decantó a favor de Valentino Rossi, aclamado por una grada que lo ha visto ganar tantas y tantas veces, nueve con esta última victoria. Y que enloqueció con un desenlace de vértigo. Rossi, excepcional, capaz por primera vez en mucho tiempo de hacer incluso una vuelta lo suficientemente rápida como para llevarse la pole (la segunda en cinco años), impuso el ritmo desde que se apagó el semáforo. El de Yamaha cargó con el peso de romper la carrera, dejó descolgado a su compañero de equipo, Lorenzo, pero de quien no pudo deshacerse fue de Márquez. El de Honda se pegó a su colín para dibujar la misma trazada que el iltaliano, para calcar sus giros, para bordar cada curva con una delicadeza a la que intenta acostumbrarse, pues a ello le obliga su agresiva Honda.
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