lundi 29 juin 2015

Un torneo no apto para modernos

Uno, dos, tres saltos y un aleteo desesperado para intentar alzar el vuelo, pero nada. Así, una y otra vez. Y el público, claro, con el corazón en un puño. Ayer, durante unos cuantos minutos, un pajarillo diminuto le robó el protagonismo a Novak Djokovic (triple 6-4 a Philipp Kohlschreiber) en la pista central de Wimbledon, radiante e impecable en la subida del telón del tercer major de la temporada. Todo a punto en La Catedral. El césped, tan tupido o más que el del mismísimo Wembley; la grada, menos bulliciosa que las de París, Australia o Nueva York, tan silenciosa durante el juego como ante un parlamento de la reina Isabel II; y los jugadores, como toda la vida en Londres, de punta en blanco.

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